Los buenos aficionados al country y a las historias que se convierten en mitos recuerdan perfectamente la figura de Ingram Cecil Connor III, conocido popular y musicalmente como Gram Parsons, donde habita su espíritu y por descontado lo que significó en la evolución y desarrollo de un género quizás demasiado anclado a convencionalismos clásicos poco aventurado a osadas modificaciones.
Llamado por la música a los diez años cuando asistió a un concierto de Elvis Presley, proporcionó al country & western una alma de rock y tal vez por este motivo pagó tributo obteniendo un final acorde a las connotaciones diabólicas que supuso abrazar la filosofía del nuevo estilo.
Personalmente, desde su primera visita a finales de los ’60, Parsons quedó absolutamente cautivado por el hechizo del «Joshua Tree National Park». Las rocas, los cielos, los silencios desérticos y la perspectiva en el horizonte de los árboles de biología milenaria eran fuente de inspiración y también de recogimiento interpretado a su manera.
Las pocas pero intensas páginas que escribió en el libro del género al frente de proyectos como The International Submarine Band, The Byrds, The Flying Burrito Brothers o bajo su propio nombre constituyen por méritos propios puntos de referencia ineludibles.
La mañana del 19 de septiembre de 1973 fue encontrado muerto en la habitación nº8 del Joshua Tree Inn por lo que parecía una dosis letal de alcohol y drogas a pesar de los esfuerzos por reanimarlo, alguno de ellos de contenido ciertamente escabroso. Tenía 26 años.
Los restos mortales del cantante fueron robados por dos amigos del aeropuerto de Los Angeles que respetando sus supuestas últimas voluntades lo devolvieron de nuevo al territorio del Joshua Tree National Park y más en concreto al paraje de Cap Rock donde trataron de incinerarlo.
Descubiertos por las autoridades, finalmente el cuerpo o lo que quedó de él, siguiendo instrucciones de la familia fue trasladado al Memorial Lawn Cemetery de New Orleans (Louisiana) que es donde oficialmente reposa pero su espíritu continua deambulando por California combinando estancias en el Joshua Tree Inn con noches estrelladas por los alrededores de Cap Rock donde un buen fuego, una guitarra acústica y una botella de licor se convierten en elementos de paraíso terrenal.