Cual es la diferencia entre inmortalidad e historia, entre gloria y reconocimiento y entre recuerdo y mito? Binomios todos ellos muy similares que al igual que cordura y locura tan solo se separan por una línea muy delgada, la misma que a veces establece los límites entre realidad y ficción.

El cine, bien llamado séptimo arte y acertadamente definido también como fábrica de sueños, es y ha sido desde siempre el escenario ideal para conjugar un buen puñado de conceptos paralelos y antagonistas, capaz d’entronizar a los que menos se lo esperaban y dejar en un discreto segundo plano a otros quizá dignos de una mayor distinción.

Es en esta tesitura que podríamos situar a los denominados «stuntman», especialistas o «daredevils», los encargados de las escenas peligrosas que todo el mundo piensa que llevan a cabo los protagonistas con la facilidad que se fríe un huevo. Profesionales anónimos absolutamente imprescindibles desde que el género empezó a crecer. Seguramente y sin lugar a dudas uno de los pioneros en consolidar su papel fue Enos Edward Canutt, conocido por los caprichos de un error periodístico como Yakima Canutt. Campeón de rodeo, entró en el círculo de Hollywood de la mano de astros como Tom Mix o Douglas Fairbanks pero sería con el tándem John Ford / John Wayne con los que acabaría consolidando su carrera, primero como actor y después como especialista. Si nos viéramos obligados a escoger una sola aportación de su repertorio inevitablemente seleccionaríamos fragmentos de «La diligencia» (Stagecoach) (1939), rodada en algunos parajes de Monument Valley, en que tanto doblando a Wayne como ejerciendo de indio apache saltaba entre los caballos del carruaje a toda velocidad hasta el punto de pasar por debajo.

De Canutt, John Wayne a parte de la amistad y aprender a caer de la montura y pelearse sin hacerse daño adoptó caracteres que formarían parte de su personalidad cinematográfica como el peculiar acento o la forma de caminar. Como «stuntman» ideó técnicas y mecanismos para mejorar la seguridad de las escenas de riesgo así como la de los encargados de llevarlas a cabo. No es casual entonces que fuera escogido para dirigir la famosa secuencia de la carrera de cuadrigas de «Ben-Hur» que supuso cinco meses de trabajo intenso y dedicación. A parte de un montón de accidentes, fisuras en costillas, hombros dislocados, fracturas simultaneas en los dos tobillos, rotura del tabique nasal, lesiones intestinales y un Oscar honorífico en el año 1967, que porcentaje de gente recuerda hoy a Yakima Canutt y quien reconoce a John Wayne como «The Duke»?