La última gran victoria de un colectivo de la naciones indias sobre el poderoso ejército de los Estados Unidos se produjo el 25 de junio de 1876 en una pequeña colina cercana a la ribera del río Little Big Horn en el territorio de Montana aproximadamente entre tres y cuatro de la tarde.
El Teniente Coronel George Armstrong Custer del Séptimo de caballería y 210 de sus hombres entre los que se hallaban cuatro miembros de su familia (dos hermanos, un sobrino y un cuñado) fueron masacrados por un amplio contingente de guerreros cheyenne y sioux lakota de diferentes tribus. No hubo épica, simplemente la posibilidad manifiesta de matarlos a todos tal como ellos habían hecho anteriormente en lugares como Washita. En cualquier caso, los indios no conocieron el alcance de su triunfo hasta después de la batalla.
Custer, apodado «Yellow Hair», «Long Hair» o «Pahuska» en lengua lakota había recortado su popular melena poco antes y la confusión del combate con el humo de la pólvora y el polvo del terreno levantado por hombres y caballos dejaron poco margen a las identificaciones.
Los soldados sorprendidos, rodeados y cansados pusieron pie en tierra y disparando a sus monturas para convertirlas en barricada improvisada se dispusieron a resistir o morir en lo que Dios o el Gran Espíritu dispusiera.
Historiadores posteriores tratando de establecer una cronología ajustada de los últimos instantes enumeran una serie de guerreros: «Low Dog», «Bad Soup», «Yellow Nose», «Rain in the face» o «White Cow Bull» y todo parece indicar que fue este último el que descerrajó un par de disparos en la sien y el pecho del ilustre oficial después de un violento cuerpo a cuerpo y sin ser consciente de a quien le quitaba la vida. Lógicamente no obtuvo ningún tipo de honor ni entre los suyos y aún menos por parte de los libros de historia del hombre blanco. De hecho, todo ello navega hasta el día de hoy en el mar de las hipótesis así como las razones que llevaron a un soldado experimentado como Custer a cometer el error de dividir sus fuerzas. Exceso de confianza, desprecio al enemigo, deseo de recuperar importancia, peso político, reconocimiento o tal vez en el fondo la acción de un loco decidido a la auto inmolación con el trasfondo de la gloria eterna.