Escribir sobre un escritor no es tarea nada fácil debido al respeto y veneración que puede suscitar. Si el autor resulta que es Ernest Hemingway, la dificultad se acentúa por la cuota añadida de popularidad y aventura que rodeó su vida y obra, dónde una complementa a la otra si no es que llegan a solaparse. Trataré de establecer un simple enlace geográfico, de belleza, encanto, tranquilidad e inspiración. Un rastro en la distancia separado por casi 3.000 millas cruzando 10 estados hasta conectar Florida con Idaho y las dos poblaciones protagonistas. Conociendo de antemano los destinos de tan particular itinerario y teniendo presente la personalidad del escritor nacido en Oak Park (Illinois), no sorprende en absoluto que cayera cautivado por motivos diversos.

En Key West (Cayo Hueso), en el 907 de Whitehead Street, una mansión de estilo colonial francés situada en pleno corazón del Old town vivió de 1931 a 1939. Aquí gestó «Las nieves del Kilimanjaro» o «Tener o no tener», aquella en la que en su adaptación cinematográfica, una encantadora Lauren Bacall enseñaba a silbar a Humphrey Bogart. El Caribe en territorio de los Estados Unidos (Florida) y muy cerca de su querida isla de Cuba dónde era conocido como Don Ernesto. Pesca, sol y productos autóctonos. No podía desear nada mejor.

La relación con Sun Valley / Ketchum, poblaciones colindantes en Idaho, arrancó de manera diferente aunque cronológicamente justo después, ya que fue en el otoño de 1939 cuando llegó por primera vez. Se alojó en el»Sun Valley Lodge» y precisamente aquí terminó una de sus novelas más universales, «Por quien doblan las campanas». Personalmente, coincidió con otros famosos como Gary Cooper o Clark Gable con quien compartió entretenimiento , conversaciones, caza y pesca, dos de sus grandes aficiones. En 1959 compró una casa en Warm Springs donde viviría hasta su muerte en 1961. Ahora, desde su lugar de reposo final, rodeado de árboles, puede gozar de las montañas de Idaho que un buen día le cautivaron profundamente.

En cualquier caso, acercarse a las dos residencias (sólo la de Key West se puede visitar) es aventurarse en la historia de un escritor irrepetible y a ciencia cierta, comprender un poco mejor el ser humano, personajes, entorno, debilidades, leyendas y verdades ocultas que caracterizaron su escritura. Vida y obra cogidas de la mano hasta el punto de confundir una con otra, convirtiendo la propia existencia en novela mientras que muchos relatos eran el reflejo directo de vivencias y experiencias.